Cuando una comunidad de propietarios toma la decisión de emprender unas obras de rehabilitación en su edificio, suele venir dada por la necesidad de arreglar posibles desperfectos y averías de más o menos gravedad. Las inversiones económicas en este sentido pueden ser importantes, pero muy necesarias para la buena salud del edificio.
Sin embargo, existen otras razones de peso por las cuales es necesaria la puesta en marcha de trabajos de rehabilitación, como la eficiencia energética y la reducción de emisiones contaminantes. De hecho, el 20% de los objetivos de ahorro energético marcados por la Unión Europea, están vinculados al sector de la edificación. No debemos olvidar que este sector es el responsable del más del 30% del consumo de energía en España.
La rehabilitación energética de los edificios se enfoca a tres aspectos fundamentales como son la conservación, la accesibilidad y la eficiencia energética, y contribuye de forma importante a alargar la vida útil de los edificios y a mejorar la calidad de vida de las personas que habitan y/o trabajan en ellos. Además, se favorece la reducción del consumo de energía, el aprovechamiento de la luz natural y se reduce la contaminación acústica. Por otro lado, la inversión en rehabilitación contribuye de forma importante a la revalorización del edificio y de los propios pisos.
En el caso de edificios históricos en desuso por mor del paso de los años, su rehabilitación es la mejor forma de adaptación a la normativa vigente y un camino hacia la recuperación de su valor histórico, con la posibilidad de que se les pueda otorgar un nuevo uso. El valor patrimonial se incrementa y se impide su degradación.
En relación con todo ello, los beneficios que traen consigo la rehabilitación de edificios pueden ser tanto energéticos, como sociales o económicos. No son pocos los esfuerzos en forma de ventajas fiscales (deducciones de IVA o el IRPF) que las administraciones públicas vienen implementando en los últimos años para el fomento de este tipo de actuaciones.